"Fuerzas para el camino" |
Texto: 1 Reyes 19:1-18
Hoy vamos a hacer referencia a las dificultades o problemas que vienen a la vida de un cristiano que pueden golpearnos duramente si no estamos preparados. Tenemos que aprender a movernos en situaciones difíciles. Es por eso que vamos a tomar como ejemplo al profeta Elías, que como bien sabemos fue un hombre usado enormemente por Dios. Es un ejemplo de alguien que confrontó al pueblo de Israel a que se volviera a Dios, tenía la fe para atar los cielos y detener la lluvia, sin embargo, en un momento de crisis cayó en un pozo depresivo viviendo en temor y desánimo al extremo. Es más, llegó a preferir la muerte. Y es por eso que justamente el apóstol Santiago al ponerlo como un ejemplo de fe, dice que Elías era un hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, era un hombre como nosotros.
Elías estaba sumido en un momento personal difícil, en
un pozo depresivo, tirado debajo de un arbusto en el desierto queriendo
morirse; era el mismo hombre que no había tenido miedo de presentarse a
confrontar al rey Acab, ni a los 450 profetas de Baal inclusive al mismo pueblo
de Israel. Elías venía de experimentar en su propia vida el respaldo de Dios,
al caer fuego y consumir el altar, pero con todo esto, aún así estaba pasando
de las manifestaciones de la gloria de Dios a este valle de muerte.
Como vemos, la Biblia no idealiza a sus personajes, es
más, siempre podemos ver sus claros y oscuros como también los tenemos
nosotros. Nadie está exento de pasar por momentos donde nos sintamos tristes,
donde pensemos que ya no nos quedan más fuerzas; tal vez es tanta la presión y
la lucha que estamos viviendo como si quisiéramos morir. Es por eso que las
Escrituras hablan de que aquello que se escribió fue para nuestra instrucción,
para que veamos que Dios está presente a pesar de nuestros defectos y para que
ellos se transformen en virtudes.
Estar en alerta
Debemos estar alerta porque a veces los problemas no
llegan cuando las cosas andan mal, sino cuando estamos bendecidos por Dios y
cuando dejamos de depender de Él. Esto no quiere decir que fue precisamente lo
que le ocurrió a Elías, pero si nos puede ocurrir a nosotros que a veces el
orgullo nos puede jugar una mala pasada. El que está firme, que se cuide de no
caerse desde donde pudo llegar. Porque después de los momentos de victoria uno
mayormente tiende a relajarse y puede darle lugar a ese orgullo que nos dice:
"Esto lo hice yo". El rey Nabucodonosor dijo así y terminó comiendo
pasto, así que Dios nos cuide de tales cosas. Si todo va bien debemos estar más
cerca del Señor y preparados porque puede venir un contraataque espiritual.
Algunos estudiosos pueden suponer que Elías cayó en un
agotamiento espiritual y esto nos hace reflexionar porque a veces uno también
está sensible luego de la batalla ganada. Quien ha atravesado duros combates
con fidelidad, luego necesita restauración tal como los veteranos de guerra. A
lo mejor Elías pasó perfectamente todas las pruebas grandes con Acab, Jezabel,
los Baales, la lluvia, pero toda esa exigencia tal vez le costó el precio de
estar debilitado y ante una amenaza cayó en un pozo depresivo a tal punto de
preferir no seguir viviendo. Así que debemos saber que el enemigo muchas veces
enviará mensajeros para maldecirnos, para generar temor, dudas, inseguridades o
pleitos, pero aunque haya ganado muchas cosas, siempre debo estar alerta y
sujeto a Dios.
No debemos quedarnos solos
Elías no creía que el pueblo se hubiese convertido a
Dios, luego de la victoria sobre los Baales porque en un momento dijo que él
era el único que quedaba siendo fiel al Altísimo, sin embargo el Señor le aclaró que no era así ya que habían
7000 personas más que no habían doblado sus rodillas antes los dioses paganos.
Muchas veces en esos momentos de confusión uno se siente víctima y piensa que
ha ayudado a todo el mundo recibiendo solo heridas a cambio. Y así huyó Elías
al desierto del desánimo, dejando a su criado en Beerseba para sufrir solo.
Todos sabemos que cuando la prueba nos golpea a veces tenemos la tentación a
encerrarnos y aislarnos. Hay personas que dejan de congregarse, y ni siquiera
quieren recibir llamados telefónicos de alguien que los quiera rescatar. Sin
embargo, cuando peor nos sintamos es cuando más tenemos que pedir ayuda. La
Biblia dice: "Mejores son dos que uno, porque si cayeren el uno levantará
a su compañero pero, hay! del solo que cuando cayere no habrá nadie que lo
levante" (Ec 4:9-10). No debemos quedarnos solos. El querer quedarse solo
para poder desanimarse más no es lo que Dios quiere que haga. Las prueba no
están para que las pasemos solos sino para que conozcamos más a Dios y que
podamos madurar.
El temor nos conduce a lo que tememos
En este pasaje se comprueba una verdad: el temor nos
lleva hacia lo que tememos. Elías huyó por temor a que lo mataran y termina
deseando morirse, pidiendo su muerte. Debemos comprender que estas cuestiones
que vienen a nuestra vida tienen como objetivo el quitar nuestros ojos de
Cristo para que estemos todo el día pensando en el problema mientras nos
detenemos en lo que realmente debemos hacer (Hebreos 12:2). Esto nos lleva a
estar más pendientes de la circunstancia que de nuestros hijos, de nuestra
familia, nuestros estudios, el trabajo; no podemos ser buenos siervos de Dios y
nada podemos desempeñar bien porque no nos concentramos en aquello que Dios nos
ha encomendado a hacer; nuestra mente está cautiva por el temor y por ese
problema, pero Dios es quien te quiere hacer libre!
La humildad se aprende con el
quebrantamiento
Si algo bueno podemos sacar de esta crisis de Elías,
es esta expresión: "Porque no soy yo mejor que mis padres". Debajo
del enebro comprendió que él no era mejor que los demás. A veces las pruebas o
nuestros fracasos nos hacen entender lo mismo. El profeta en su crisis se dio
cuenta que era tan vulnerable como el resto de los mortales. Los desiertos
enternecen el corazón, nos enseñan humildad y hacen que seamos menos
implacables para con los demás. La palabra humildad proviene de
"humus" que significa tierra; entonces la verdadera humildad es
reconocer que somos tierra. El cristiano maduro por su caminar con Cristo,
debería evidenciar este fruto que es la humildad la cual nos lleva a ser perdonadores y no
condenadores. El cristiano maduro ama, el inmaduro condena.
No en vano la Palabra de Dios encarga la restauración
a los espirituales. En Gálatas 6:1-2 dice: "Si alguien ha caído, vosotros
que sois espirituales restauradle".. La restauración no es una tarea para
cualquiera sino para los cristianos maduros. Luego dice: "Considerándote a
ti mismo, no sea que tú también seas tentado", no seria nada coherente que uno juzgue al otro cundo uno
mismo también es pecador y necesita de la gracia de Jesús todos los días. Si
estar debajo del enebro nos lleva a tener un corazón más tierno, ser menos implacables con los demás, entonces
sea bienvenida la prueba porque es Dios que está tratando con nuestra vida en
lo profundo y nos está enseñando el verdadero amor.
La depresión espiritual
También dice este pasaje que Elías se durmió debajo
del enebro, este es un síntoma característico de depresión. Es muy frecuente
este tipo de cuadro, donde vemos personas que no se quieren levantar de su cama
y duermen todo lo que pueden. Elías en medio de la prueba, decidió dormir. Sin
embargo, la Biblia nos marca mucho la importancia de velar, de estar despiertos
espiritualmente en contraste con el de estar dormidos, con estar ajeno a la
voluntad de Dios y a la comunión con el Espíritu Santo.
Cuando estés triste, desanimado o cansado, ¿cuál va a
ser tu actitud?
El modelo perfecto de Jesús. San Lucas 22:39-46 (ver).
Dice que Jesús encontró a sus discípulos durmiendo a
causa de la tristeza. En el evangelio de Mateo, el Señor le dice a sus
discípulos: "Mi alma está muy triste hasta la muerte". Esto quiere
decir que Jesús también estaba triste, porque era su última noche, ya que luego
vendría la cruz, su relación con el Padre se vería interrumpida a causa de
nuestros pecados. Él tenía motivos para estar triste, y sus discípulos también,
sin embargo Jesús en su agonía oraba más intensamente; Él se aferraba más al
Padre, clamaba a tal extremo que hasta gotas de sangre caían de su frente. Los
discípulos que estaban tristes se durmieron, tal como Elías, se durmieron en el
desánimo, en ese abandono que produjo en ellos tal situación. Es por eso que
nos hacemos esta pregunta: ¿Qué vas a hacer cuando estés triste?
Puedes dormirte espiritualmente, alejarte de Dios,
distraerte con el mundo, pero cuidado porque el Señor te dice: "Velad y
orad para que no entréis en tentación". El Señor bien sabe que en el
desierto el diablo querrá tentarte al igual que lo hizo con Él. Y en ese
momento de crisis cuando uno está confundido, tiene miedo, está como Elías
desanimado y deprimido, viene como una voz a nuestros oídos para hundirnos y
decirnos que ya estamos perdidos.. mejor cedamos a la tentación. El apóstol
Santiago dice, si estamos en aflicción, entonces hagamos oración (Santiago
5:13). En los momentos de dificultad es cuando más tenemos que buscar al Señor
para encontrar la verdadera respuesta!
Levántate y come de la Palabra de Dios
El Señor nos fortalece cuando estamos cansados y en su
misericordia nos ayuda. Tal como con Elías, que le mandó una palabra
despertándolo y le dijo: "Levántate y come" Y a causa de esa comida,
fue fortalecido. Dios también tiene una comida para ti hoy, que también te
renovará las fuerzas para llegar a tu destino! Esa comida es su palabra, la
palabra rema para los momentos donde uno está confundido, desanimado y
deprimido. Allí es cuando Dios nos quiere hablar al corazón para despertarnos y
levantarnos. La palabra de Dios es aquello que nos sostiene en medio de la
dificultad e infunde fe a nuestra alma.
Esa comida nos dará fortaleza para atravesar el
desierto de la prueba como le ocurrió a Elías que caminó 40 días completando el
tiempo de la prueba y llegó finalmente al monte de Dios.
El Versículo 9 de 1 Reyes 19 dice que Elías se refugió
en una cueva y Dios le preguntó: "¿Qué haces aquí Elías?". Dios no
quiere que estemos metidos en la cueva, sino que cumplamos con nuestro
ministerio y nuestro destino.
Luego Dios se presentó en un silbo apacible y fue
cuando Elías se cubrió la cabeza en señal de temor y reverencia. Dios quería
revelarse nuevamente a la vida de Elías.
Si te encuentras en alguna prueba necesitas tener
nuevamente un encuentro con la presencia del Señor. Necesitas volver a
reverdecer, porque todavía no es tiempo de bajar los brazos. Elías estaba en la
cueva del desánimo y Dios tenía preparados reyes y profetas a los cuales
tendría que ungir. Aún el mismo Eliseo todavía no había aparecido en su camino.
Faltaban muchos planes por concretarse. En tu vida también hay cosas
maravillosas que aún no se concretaron y Dios quiere que lo hagan. Hay personas
a las cuales tu vida les va a impactar y a muchos seguramente podrás ayudar
pero en este tiempo es necesario que te despiertes, te levantes y comas.
Ora para estar alerta y cuidar lo que Dios te dió. No
te quedes solo, sino comparte tu vida con quienes te edifican espiritualmente y
verás, que salir de la cueva no es tan difícil. Sigue el perfecto ejemplo de Cristo
que a pesar de haber atravesado por la prueba más dura, se aferró fuertemente
al Padre y venció para siempre!
Preguntas de reflexión:
1- Si estás en una cueva de depresión, ¿cuál es el
consejo de Dios?
2- ¿Y si estás bien espiritualmente, que actitud debes
tomar?
3- ¿Cuál fue el modelo de Jesús?
4- ¿Qué similitud encuentras con la lección de Mateo
8:23-27 donde Jesús dormía? ¿Qué les quería enseñar a sus discípulos?
5- ¿Cuál será tu actitud si te sientes triste?
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