Monday, April 12, 2010

RESTAURA EL COMPAÑERISMO (DIA 20)



[Dios] ha restaurado nuestra relación
con él a través de Cristo y nos ha dado
este ministerio de restaurar relaciones.

2 Corintios 5:18

Siempre vale la pena restaurar las relaciones.
Porque si de lo que se trata la vida es aprender a cómo amar, Dios quiere que valoremos
las relaciones y que hagamos el esfuerzo de mantenerlas en vez de descartarlas cuando
haya un rompimiento, una herida o un conflicto. De hecho, la Biblia nos dice que Dios nos ha
dado el ministerio de restaurar relaciones. 1 Por esta razón, gran parte del Nuevo Testamento
es dedicado a enseñarnos a cómo llevarnos bien con otros. Pablo escribió, "Si han sacado algo
del todo de seguir a Cristo, si su amor ha hecho alguna diferencia en sus vidas, si estar en una comunidad
del Espíritu significa algo para ustedes... Pónganse de acuerdo entre ustedes, ámense, sean amigos
desde lo más profundo." 2 Pablo enseñó que nuestra habilidad de llevarnos bien con otros es
una marca de la madurez espiritual. 3
Ya que Cristo quiere que su familia sea conocida por el amor que nos tenemos, 4 la
comunión rota es un testimonio deshonroso a los no creyentes. Por eso es que Pablo sentía
mucha vergüenza que los miembros de la iglesia en Corinto se estaban dividiendo en facciones
pleitistas e incluso se estaban citando a corte. El escribió, "¡Deberían de tener vergüenza! Estoy
seguro que tiene que haber al menos una persona sabia en la comunidad de ustedes que pueda resolver
una disputa entre cristianos." 5 El estaba asombrado que no había nadie con suficiente
madurez para resolver el conflicto pacíficamente. En la misma carta él dijo, "Pondré esto con
toda la convicción que puedo: tienen que llevarse bien entre ustedes." 6
Si quiere la bendición de Dios en su vida y si quiere ser conocido como un hijo de
Dios, tiene que aprender a ser un forjador de paz. Jesús dijo, "Dios bendice a aquellos que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios." 7 Note que Jesús no dijo, "Benditos sean los
que aman la paz"; todos queremos paz. Tampoco dijo, "Benditos son los que están en paz,"
los que nunca son perturbados por nada. Jesús dijo, "Benditos son aquellos que trabajan por
la paz" – aquellos que activamente buscan cómo resolver conflictos. Los forjadores de paz son
raros porque forjar la paz es un trabajo difícil.
Debido a que fue formado para ser parte de la familia de Dios y que el segundo propósito
de su vida en la tierra es aprender a cómo amar y relacionarse con otros, una de las
habilidades más importantes que puede desarrollar es cómo hacer la paz. Desdichadamente,
la mayoría de nosotros nunca fuimos enseñados a cómo resolver conflictos.
Forjar la paz no es evitar el conflicto. Huir de un problema, pretender que no existe o
tener miedo de hablar de él es en realidad cobardía. Jesús, el Príncipe de la Paz, nunca le tuvo
miedo al conflicto. En ocasiones lo provocaba por el bien de todos. A veces necesitamos evitar
el conflicto, a veces necesitamos crearlo y a veces necesitamos resolverlo. Por eso es que tenemos
que pedir continuamente por la dirección del Espíritu Santo.
Forjar la paz tampoco es apaciguar. Que siempre cedamos, que nos dejemos pisotear y
que permitamos que otros nos arrollen no es lo que Jesús tenía en mente. El rehusó ceder en
muchos asuntos, manteniendo su posición en la presencia de una oposición malvada.

Cómo Restaurar una Relación

Como creyentes, Dios "nos ha llamado a reconciliar nuestras relaciones los unos con los
otros." 8 Aquí tiene siete pasos bíblicos para restaurar la comunión:
Hable con Dios antes de hablar con la persona. Discuta el problema con Dios. Si primero
ora acerca de conflicto en lugar de ir y contárselo como chisme a un amigo, a menudo
descubrirá que Dios o bien cambia su corazón o bien cambia a la otra persona sin su ayuda.
Todas las relaciones serían más placenteras si tan solo orara más por ellas.
Así como David hizo con sus salmos, así usted use la oración para desahogarse verticalmente.
Dígale a Dios sus frustraciones. Ruegue a Dios. El nunca se sorprende o se molesta de
su enojo, su herida, su inseguridad o de cualquier otra emoción. Por tanto dígale exactamente
cómo se siente.
La mayoría de los conflictos tienen su raíz en necesidades que no han sido satisfechas.
Algunas de estas necesidades sólo pueden ser satisfechas por Dios. Cuando tiene la expectación
de que alguien – un amigo, un cónyuge, su jefe o un miembro de su familia – satisfaga
una necesidad que sólo Dios puede satisfacer, se está exponiendo a la desilusión y a la amargura.
Nadie puede satisfacer todas sus necesidades excepto Dios.
El apóstol Santiago apuntó que muchos de nuestros conflictos son causados por la falta
de oración: "¿Qué causa enemistades y riñas entre ustedes?... quieren algo y no lo obtienen... No
tienen porque no se lo piden a Dios." 9 En lugar de depender de Dios, dependemos de otros para
hacernos felices y después nos enojamos cuando nos fallan. Dios dice, "¿Por qué no vienes a
mí primero?"
Siempre tome la iniciativa. No importa si usted fue el que ofendió o el que fue ofendido:
la expectación de Dios es que usted tome el primer paso. No espere que la otra persona
lo haga. Usted vaya primero. Restaurar la comunión rota es tan importante que Jesús mandó
que tuviera prioridad antes de la adoración del grupo. El dijo, "Si entras a tu lugar de adoración
y cuando estás a punto de hacer una ofrenda, de pronto recuerdas un rencor que un amigo tiene contra
ti, abandona tu ofrenda, sal inmediatamente, visita a este amigo y haz lo que se debe hacer. Entonces, y
solamente entonces, regresa y arregla tus cosas con Dios." 10
Cuando la comunión está lastimada o rota planee una conferencia de paz inmediatamente.
No lo prorrogue, no haga excusas y no prometa que lo hará algún día. Ponga en su
agenda que tendrá una reunión cara a cara lo más pronto posible. La demora sólo profundiza
el resentimiento y pone las cosas peor. Cuando hay un conflicto, el tiempo no sana nada; sólo
causa que la herida se infecte más.
Tomar acción de inmediato también le reduce su daño espiritual. La Biblia dice que el
pecado, incluyendo el conflicto que no ha sido resuelto, bloquea nuestra comunión con Dios
y no permite que nuestras oraciones sean contestadas, 11 aparte de hacernos sentir miserables.
A Job le recordaron sus amigos, "Estar extremadamente preocupado con el resentimiento es una
tontería, es una insensatez" y "Solo te estás haciendo daño a ti mismo con tu enojo."12
El éxito de una conferencia de paz muchas veces depende de escoger el lugar correcto
y la hora oportuna. No se reúnan cuando uno de los dos está cansado o apresurado o cuando
pueden ser interrumpidos. El mejor momento es cuando ambos se sienten en un óptimo estado
de ánimo.
Simpatice con los sentimientos del otro. Use sus oídos más que su boca. Antes de
atentar resolver cualquier desacuerdo, primero tiene que oír los sentimientos de la persona.
Pablo aconsejó, "Estén en vigía por los intereses de otros, no sólo por los suyos propios." 13 La frase
"estén en vigía" es el vocablo griego skopos, que es de donde provienen las palabras telescopio
y microscopio. Significa ¡ponga cuidadosa atención! Concéntrese en los sentimientos del otro,
no en los hechos. Comience con la simpatía, no con las soluciones.
Al principio no trate de evitar hablar acerca de cómo se siente la otra persona. Solo escuche
y déjela desahogarse emocionalmente sin usted ponerse a la defensiva. Asienta con su
cabeza que usted comprende aunque no esté de acuerdo. Los sentimientos no son siempre infalibles
o lógicos. De hecho, el resentimiento nos hace actuar y pensar irracionalmente. David admitió, "Cuando mis pensamientos eran amargos y mis sentimientos estaban heridos, era tan estúpido
como un animal." 14 Todos actuamos como bestias cuando estamos heridos.
En contraste, la Biblia dice, "La sabiduría de un hombre le da paciencia; su gloria es pasar
por alto una ofensa." 15 La paciencia viene de la sabiduría y la sabiduría viene de oír la perspectiva
de otros. Lo que está diciendo al ponerse a escuchar es: "Valoro tu opinión, nuestra relación
me interesa y eres importante para mí." El dicho popular es verdadero: A las personas
no les importa lo que sabemos, hasta que sepan que nos importan.
Para restaurar la comunión "tenemos que cargar 'la carga' de ser considerados con las dudas
y temores de otros... Complazcamos al otro y no a nosotros mismos y hagamos lo que es para su bien." 16
Es un sacrificio absorber pacientemente el enojo de otros, especialmente si es sin razón. Pero
recuerde, esto es lo que Jesús hizo por usted. El aguantó el enojo malicioso y sin fundamento
para salvarle: "Cristo no trató de complacerse... como dice la Escritura: Los insultos de aquellos
que te insultan caen sobre mí." 17
Confiese su parte en el conflicto. Si quiere en serio restaurar una relación, debería de
empezar con admitir sus propios errores o pecados. Jesús dijo que esta es la manera de ver
más claras las cosas: "Primero sácate la viga de tu propio ojo; tal vez después verás lo suficientemente
bien como para sacar la astilla del ojo de tu amigo." 18
Ya que todos tenemos un punto ciego, puede que necesite pedirle a una tercera persona
que le ayude a evaluar sus propias acciones antes de reunirse con la persona con quien
tiene el conflicto. También pídale a Dios que le muestre cuánto del problema es su culpa.
Pregunte, "¿Soy yo el problema? ¿Estoy siendo irrazonable, insensitivo o muy sensitivo?" La
Biblia dice, "Si declaramos que estamos libre de pecado, solamente nos estamos engañando a nosotros
mismos." 19
La confesión es una herramienta poderosa para la reconciliación. La manera en que
manejamos un conflicto muchas veces produce una herida mayor que el problema original.
Cuando empieza a admitir humildemente sus errores, neutraliza el enojo de la otra persona y
desarma su ataque porque probablemente ella esperaba que usted estuviera a la defensiva.
No se excuse ni eche la culpa; simplemente acepte cualquier papel que haya jugado en el conflicto.
Acepte su responsabilidad por sus errores y pida perdón.
Ataque el problema, no la persona. No puede resolver el problema si está obsesionado
con echar la culpa. Tiene que escoger entre los dos. La Biblia dice, "Una respuesta amable
neutraliza el enojo; pero una lengua cortante prende un carácter incendiario." 20 Nunca podrá comunicar
su punto de vista si es cortante, por tanto escoja sus palabras sabiamente. Una respuesta
suave es siempre mejor que una respuesta sarcástica.
Para resolver conflictos, cómo lo dice es tan importante como qué dice. Si lo dice ofensivamente,
será recibido defensivamente. Dios nos dice, "Una persona sabia y madura es conocida por su comprensión. Cuanto más placenteras sus palabras, más persuasiva es." 21 Ser fastidioso nunca
funciona. Nunca será persuasivo si es abrasivo.
Durante la Guerra Fría, los EE.UU. y la Unión Soviética acordaron que algunas armas
eran tan destructivas que nunca iban a ser usadas. Hoy, las armas químicas y biológicas han
sido prohibidas y los arsenales de armamento nuclear están siendo reducidos y destruidos.
Por el bien de la comunión, tiene que destruir su arsenal de armas nucleares relacionales, tales
como acusar, menospreciar, comparar, usar nombres ofensivos, insultar, hablar condescendientemente
y ser sarcástico. Pablo lo resume de esta manera: "No usen palabras dañinas sino
que solo palabras constructivas, el tipo de palabras que edifican y que proveen lo que se necesita, para
que lo que digan le haga el bien a los que les escuchan." 22
Coopere en lo más que pueda. Pablo dijo, "Hagan todo lo posible de su parte para vivir en
paz con todos." 23 La paz siempre tiene un precio. A veces nos cuesta nuestro orgullo; frecuentemente
nos cuesta nuestro egocentrismo. Por el bien de la comunión, haga lo mejor que
pueda para llegar a un arreglo, ajustarse a otros y mostrar preferencia por las necesidades del
otro. 24 Una paráfrasis de la séptima bienaventuranza de Jesús dice, "Eres bendito cuando puedes
mostrarle a otros cómo cooperar en vez de competir o pelear. Entonces es cuando descubres quién
eres en realidad y cuál es tu lugar en la familia de Dios." 25
Enfatice la reconciliación, no la resolución. No es realista esperar que todos estén de
acuerdo con todo. La reconciliación lo enfoca en la relación mientras que la resolución lo enfoca
en el problema. Cuando nos enfocamos en la reconciliación, el problema pierde su importancia
y muchas veces se hace irrelevante.
Podemos reestablecer una relación aún cuando somos incapaces de resolver nuestras
diferencias. Muchas veces los cristianos tienen desacuerdos legítimos y verdaderos y opiniones
diferentes, pero podemos tener diferentes puntos de vista sin ser pleitistas. Un mismo diamante
se ve diferente desde diferentes ángulos. La expectación de Dios es que haya unidad,
no uniformidad, y podemos caminar juntos sin necesidad de que veamos cada asunto de la
misma manera.
Como resultado de lo que ha leído en este capítulo, ¿a quién necesita contactar? No se
dilate un segundo. Haga una pausa en este momento y háblele a Dios acerca de esta persona.
Después tome el teléfono y comience el proceso. Estos siete pasos son simples pero no son fáciles.
Mucho esfuerzo es necesario para restaurar una relación. Por eso es que Pedro nos instó
urgentemente, "Trabajen duro por vivir en paz con otros." 26 Porque cuando trabaja por la paz,
está haciendo lo que Dios haría. Por eso es que a los que hacen la paz, Dios los llama sus
hijos. 27

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